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LA EXIGENCIA DE LA NECESIDAD HUMANA.

miércoles, 18 de diciembre de 2013


En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.
Pero él les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y los que con él estaban tuvieron hambre; cómo entró en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que con él estaban, sino solamente a los sacerdotes?
¿O no habéis leído en la ley, cómo en el día de reposo los sacerdotes en el templo profanan el día de reposo, y son sin culpa?
Pues os digo que uno mayor que el templo está aquí.
Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes; porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
Mateo 12:1-8

Ante la crítica de los escribas y los fariseos Jesús presentó tres argumentos:

1.- Citó la acción de David (1 Samuel 21:1- 6) cuando él y sus hombres estaban tan hambrientos que entraron en el tabernáculo (no en el templo, porque esto sucedió antes que se construyera el templo) y comieron el pan de la proposición, que sólo podían comer los sacerdotes. El pan de la proposición se nos describe en Levítico 24:5- 9. Eran doce panes que se colocaban todas las semanas en dos filas de seis en el lugar santo. Sin duda eran una ofrenda simbólica para dar gracias a Dios por el don de los alimentos. Estos panes se cambiaban todas las semanas, y los que se quitaban quedaban para los sacerdotes, que eran los únicos que los podían comer. En aquella ocasión, en su hambre, David y sus hombres tomaron y se comieron aquellos panes sagrados, y no cometieron ningún delito. Las exigencias de la necesidad humana tenían prioridad por encima de cualquier costumbre ritual.

2.- Citó el trabajo del templo en sábado. El ritual del templo siempre implicaba trabajo encender fuegos, matar y preparar animales, cargarlos para colocarlos encima del altar y un montón de cosas parecidas. Estos trabajos realmente se duplicaban los sábados, porque había doble número de ofrendas (cp. por ejemplo Números 28:9). Cualquiera de estas acciones habría sido ilegal que la hiciera cualquier persona en sábado. Encender un fuego, matar un animal, ponerlo sobre el altar habría supuesto quebrantar la Ley, y por tanto profanar el sábado. Pero para los sacerdotes era perfectamente legal hacer estas cosas, porque el culto del templo tenía que proseguir. Es decir: el culto que se ofrecía a Dios tenía prioridad sobre todas las leyes y normas del sábado.

3.- Citó la palabra que Dios le dio al profeta Oseas: «Porque misericordia quiero y no sacrificios» (Oseas 6:6). Lo que Dios desea mucho más que los sacrificios rituales es la amabilidad, el espíritu que no reconoce otra ley que la que impulsa a responder a la llamada de la necesidad humana haciendo todo lo posible por ayudar.

En este incidente Jesús establece que la exigencia de la necesidad humana debe tener prioridad sobre todas las demás exigencias. 

Las exigencias del culto, del ritual, de la liturgia son importantes; pero la exigencia de la necesidad humana tiene prioridad sobre todas ellas.

Jesús insistía en que el mayor servicio ritual es el de la necesidad humana. Es extraño pensar que, con la posible excepción de aquel día en la sinagoga de Nazaret, no tenemos evidencia de que Jesús dirigiera nunca un culto en toda Su vida en la Tierra, y sí tenemos abundante evidencia de que alimentó a los hambrientos y consoló a los tristes y atendió a los enfermos. 

El servicio cristiano no consiste fundamentalmente en seguir una liturgia o un ritual; es el servicio de la necesidad humana. El servicio cristiano no consiste en retirarse a un monasterio; es involucrarse en todos los problemas y tragedias y demandas de la situación humana.

-Eso es lo que queremos decir -o deberíamos querer decir- cuando decimos: «¡Vamos a servir al Señor!».

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